Tomar el pulso

Debe de ser una deformación profesional, pero tengo una tendencia irrefrenable a tomar el pulso.

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Tomar el pulso no sirve hoy para nada, cuando el paciente está supervigilado por miles de pantallas de monitor, que le controlan entre otras variables la tensión arterial, y la frecuencia cardiaca.

Pero los antiguos no lo podemos evitar; cada mañana nos acercamos a la cabecera del enfermo y le tomamos el pulso, así que yo cada mañana me acerco a los pacientes de la derechona y les palpo las muñecas y los muñecos, que ellos exhiben sin pudor.

Algunos creen que se trata de algo personal, pero ¿es esto algo “personal”?

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De personal nada; yo les tomo el pulso, y ese pulso es tan informativo como era leer el diario Alcázar durante la transición; mucho más que leer el ABC, o por supuesto El País, que no sabía nada de nada.

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Hay días que percibo lo que antiguamente se llamaba "cruce de la muerte": la frecuencia cardiaca les sube y la tensión y la temperatura les bajan –hoy se llama shock- y en esas circunstancias se rebelan y matan al mensajero.


“Estáis muy enfermos”, les digo y ellos, en su delirio, me llaman “Dr. Mengele! Dr. Muerte! Dr. Infierno! Dr. Montes! Pero yo sigo intentando empatizar con ellos, y procurar que sanen, y si no, al menos que su alma se salve.

No sé si lo conseguiré.

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P.S.- Este es una especie de friso de adeptos. ¿Alguien sabe por qué no figuran en él algunos de los más conspicuos? Yo os lo digo: están subsumidos.

Hacedlo, pero hacedlo bien.

Va diciendo por ahí la derechona, -y donde no lo dice por estar de vacaciones pronto lo dirá- que ZP nos roba, que Pepiño, la Salgado y Rodriguez Vara se quieren quedar con nuestros dineros, con los dineros de los españoles, hundiendo al país en la puta miseria.

Al mismo tiempo dicen que hay no se cuantos trillones de parados, y ponen contadores en sus blogs para contarlos uno a uno, que van a comer a Caritas, que buscan en las basuras, que están al borde de las caceroladas y la revolución.

Y que hay que incrementar los dineros destinados a sacar a los parados sin subsidio del lumpen.

Pero yo les digo, tó no se puede querer. O ayudamos a los parados y desheredados vía impuestos, o los jodemos vivos.

Hay una solución intermedia: cerrarle el grifo a Don Rouco y a sus clérigos combatientes y guardianes de la revolución y dar lo suyo a los trabajadores en mal momento, que no pobres. Aznar no lo hizo, sino que nos jodió a los funcionarios y asimilados -que apenas protestamos-,

y así, y vendiendo empresas estatales rentables, remontó la quiebra en la que FG había dejado al país, eso sí, con todas las infraestructuras renovadas. Luego se puso a vender ladrillos y sillas de pista en El Escorial, y sentó las bases para el nuevo hundimiento.

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ZP, Salgado, Pepiño, no soy rico, no soy funcionario, pero sí asimilado, gano poco, mucho menos de lo que merezco por méritos y dedicación,

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pero ahí está mi sueldo;

recortadlo, exprimidlo y aprovechadlo,

Ahora bien: NI UN LEURO PARA DON ROUCO.

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"Un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio" (máxima jesuíta)

Ha dicho Don Rouco que el crucifijo es tan consustancial a España,

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que si se quitase de los sitios públicos

Expaña dejaría de ser España.

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Cosas peores debe de haber, digo yo.

Explanada ante la Iglesia de la Santa Croce, en Florencia, donde Stendhal sufrió el sindrome que lleva su nombre. En esa iglesia -donde los crucificados deben estar- se encuentra el Cristo de Cimabué, muy dañado por inundaciones, pero precioso.

Para qué despertar...

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"Mañana, el viajero

llegará al valle,

con el recuerdo de mi gloria pasada.

y sus ojos buscarán en vano mi esplendor;

no encontrarán más que duelo y miseria.

¡Para qué despertar, oh, aliento de la primavera!

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Versos de Ossian, poeta apócrifo.

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Salud y copago

Obama las está pasando canutas con su proyecto de reforma de la asistencia sanitaria en EE UU. Compañías de seguro y tabacaleras van a por él,

y lo menos que le hacen es llamarle “socialista” y sacarle fotos con el bigotito de Aznar.

Afortunadamente aquí tenemos, gracias a Franco y sus sucesores, la sanidad cubierta de forma gratuita y universal, con cargo a los presupuestos generales, hoy más o menos descubierta según la comunidad autónoma.

Pero ¿es esa cobertura de buena calidad?

Si uno va al centro de salud, está hasta los topes, si va a urgencias del hospital más próximo, o más lejano, encuentra grandes colas y horas de demora, hacinado en las salas de espera, al lado de abuelitos moribundos, te puede tocar contemplar como el cura castrense le da los óleos al vecino de camilla,

y todo para llegar a que te atienda un residente primerizo, o un médico de plantilla agotado y de solvencia desconocida.

Si toca ingresar, las salas están abarrotadas, hay cinco pacientes en habitaciones de tres, y hay camas en los pasillos, como las cárceles, vamos.

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¿Cómo se puede mejorar eso? Se puede aumentar el presupuesto en sanidad, pero ¿de donde se detrae, pues el dinero no es expandible? ¿De educación? ¿De justicia? ¿De fomento? ¿De igualdad? Cualquier cosa sería injusta para la correspondiente área, sus ministros y ministras y sus funcionarios y funcionarias. Y no digamos si se decidiera ahorrar cerrando las autonomías.

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En el gasto sanitario muchos actores tienen responsabilidad, como se ve en el gráfico, y hay quien propone exigir al ciudadano que se apriete el cinto, que vaya menos al médico y que gaste menos en medicinas.

Algunos proponen el “copago”, que se pague al menos parte de lo que consume, alejando la ficción del "gratis total", que tanto estimula a los free riders.

Esto ya existe en el medicamento, del que el ciudadano abona el 40 % salvo jubilados. Hay quien propone -quizás comenzando por Catalunya- el copago también en la atención sanitaria, como ocurre de hecho en otros países, o al menos un pago inicial, que luego se reintegraría.

Estas medidas son impopulares, pero disuaden del consumo excesivo. Son justas en el sentido de que paga más quien más usa, pero el problema es que los disuadidos pueden ser los más necesitados, sobre todo en tiempos de crisis.

¿Tienes alguna opinión al respecto?

What have they done to my song, ma

Telediario tras telediario oigo que se cumplen no sé cuantos siglos del festival de Woodstock.

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Ni que todos hubiésemos estado allí.

Cuando Woodstock faltaban aquí 6 años largos para que falleciese el Generalísimo, -Vigía Invicto de Occidente-,


cagando en forma de melenas, como decía el Papus,

y fotografiado por su yerno en pleno encarnizamiento terapéutico.

Todo estuvo controlado y bien controlado

antes de estar atado y bien atado.

Nos enteramos de Woodstock muy retrospectivamente.

La propia foto de Abbey Road, que tanto se celebra en estos días, ¿qué tiene que ver con nosotros?

Se decía que el guapito de Paul iba descalzo, llevaba un pufo en la mano derecha siendo zurdo, iba con el paso cambiado… Todo eso significaba al parecer que estaba muerto.

Algunos ya recibieron ahí con complacencia la semilla de las teorías de la conspiración.

Yo llegué a amar el Oh! Darling de la primera cara, o el You never give me your money de la segunda.

Llegamos muy tarde a esas cosas. Dios nos libre de sus domésticas y cutres prolongaciones.