jueves, 5 de marzo de 2009

Pruebas

"¿No me va a hacer usted ninguna prueba?"

Los pacientes confían mucho en las pruebas diagnósticas. Los médicos también, pero esa confianza en muchas ocasiones es inmerecida. Veamos.

Cuando se va al médico contando unos síntomas, si este conoce su profesión y dispone de tiempo suficiente, no pasará del síntoma a la receta, sino que mientras escucha irá generando una o varias hipótesis de diagnósticos posibles; luego, en el reconocimiento o exploración, buscará signos que apoyen o descarten algunas de las hipótesis que generó, y finalmente pedirá las pruebas necesarias para confirmar o descartar las hipótesis definitivas.

Pero las pruebas, además de ser a veces dolorosas, no son infalibles; tienen lo que se llama “sensibilidad” o capacidad de dar positivas cuando la enfermedad existe, y “especificidad”, o capacidad de dar negativas cuando la enfermedad no existe, y estas cualidades nunca son del 100 %; así en todas las pruebas hay “falsos positivos”, o sea casos que dan positivo pero que no tienen la enfermedad, y “falsos negativos”, es decir casos en los que la prueba sale negativa aunque estén enfermos. De esta manera, en el mejor de los casos, las pruebas ni confirman ni descartan definitivamente, sino que simplemente aumentan o disminuyen la probabilidad de que la enfermedad buscada exista o no con respecto a la situación previa al análisis.

Para más complicación muchas pruebas son positivas o negativas según pongamos el "punto de corte" entre normal y anormal. Diagnosticamos de diabetes a quien tenga la glucosa en ayunas en sangre por encima de 100 mg %? De 105 %? De 110 %? En algunas ocasiones no es fácil colocar ese punto de corte, del que puede depender que algunos diagnosticos sean positivos o negativos, y hay zonas de penumbra para tomar decisiones de tratamiento.

Hay otro problema más con las pruebas. A veces detectan lo que se llama “incidentalomas”, o sea hallazgos casuales que no tienen nada que ver con el motivo por el que fueron solicitadas. Un estudio demostró que de cada 1000 personas aparentemente sanas a las que se les haga una resonancia cerebral, en al menos tres se encontrarán problemas serios que no siempre será útil haber detectado precozmente, porque no todo tiene arreglo en medicina, y a veces el tratamiento –en enfermedades oncológicas en particular- es un proceso largo y doloroso del que no siempre se sale mejor librado por haber entrado en él unos pocos meses antes.

¿Mi consejo? An apple a day keep the doctor away, pero si no hay más remedio, no le pidáis a vuestro médico que sea generoso con las pruebas, sino que haga de las mismas un uso riguroso y profesional, -que hay pruebas que matan-, y que no se ponga a la defensiva detrás de ellas.

domingo, 1 de marzo de 2009

La jerga médica: El lenguaje no es inocente

Hace unos días hablábamos de lo que un nombre puede encerrar. Hitos decía que la palabra “patognomónico” es fea y difícil de pronunciar, a lo que yo respondía que era de noble origen, un neologismo formado a partir de dos raíces griegas, y que hablaríamos del lenguaje médico. Henos aquí, aunque sea en día electoral, o quizás por ello.
El lenguaje médico es una jerga de clase, o de secta, como el latín para el clero –que se cargó el Concilio Vaticano II y ahora Don Ratzinger y Don Cañizares se esmeran sabiamente en recuperar-.
.Un lenguaje propio da mucho lustre, hace pensar que se tienen más conocimientos de los que en realidad se tienen y mantiene a la plebe, o a los “extraños”, a distancia. El mal uso de un lenguaje propio puede llevar a la xenofobia y a la exclusión de minorías, como bien sabemos.
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Decía un Profesor mío de la facultad, algo cínico, que la carrera de medicina consiste esencialmente en el aprendizaje de un nuevo idioma, de unas 2000-3000 palabras, algo más que el inglés del Dr. Maurel; "Lo demás, si acaso -decía-, se aprende después", y no le faltaba razón.

Prácticamente todas las palabras de la jerga médica tienen un equivalente, o varios, en el lenguaje común, y no aportan nada a la palabra “vulgar”. “Algia” no significa más que “dolor”, “neoplasia” no significa más que “tumor”, “etiología” es igual que “causa”, y para liar más las cosas la jerga médica incluye trampas, como llamar “esencial” a lo que es de origen desconocido, o “exitus” a la muerte.

Afortunadamente hoy, con la ayuda de internet, la jerga médica queda en gran parte desenmascarada.
No se me malentienda, afortunadamente también, en ocasiones, el papel del médico va más allá de añadir oscuridad a la enfermedad llamando a las cosas por otro nombre.
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Malditas jergas. Muchas veces un informe médico desprovisto de la jerga queda en nada, en ignorancia supina y papel mojado. Exigid a vuestro médico que cuando os informe o emita un informe lo haga en lenguaje inteligible, donde “no sé” aparezca como “no sé”, y no como “idiopático”.
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No permitáis que esconda la desnudez de su ignorancia, a veces su impotencia, tras un lenguaje amañado. Si es que en realidad queréis saber, que no siempre se quiere.

Foto de Ramón Josa i Campoamor para el calendari Anatomia d’Hebrón


jueves, 26 de febrero de 2009

Mímesis o mimetismo?

En mis andanzas por la blogosfera he venido observando que el bloguero es soberano en su blog. Pero cuando visita otros realiza un ejercicio de mímesis, en la segunda acepción de esta palabra según el DRAE (“imitación del modo de hablar, gestos y ademanes de una persona”), si siente como mínimo cierta afinidad por el blogger visitado, ya que si no es así, no vuelve.
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Si llega a sentirse soliviantado por el contenido de un blog, más que mímesis experimenta rechazo y puede tener la tentación de trollear, e incluso caer en ella. Son esos blogs que sacan lo peor de uno mismo, y que me abstengo de citar.

Así, por poner algunos ejemplos, sin ánimo –ni mucho menos- de ser exhaustivo, quién visita el blog del Joselu se pone serio y transcentente,

si vas a casa de Antonio tendrás la tentación de ser ingenioso, o parecerlo,

y en casa del Dr. Mikel te vuelves irreverente con cosas serias.

Si caes en la red de Belén te vuelves fresa con nata,

con Borrasca se te estremecen las carnes con los truenos y relámpagos,


y en casa de Novicia, antes oración, ahora acogida y recogimiento.

Con la pantera, el visitante se integra en la selva,

y qué puede uno hacer en El jardín de las risas sino convertirse en florecilla risueña?

El de Likuid me convierte en minimalista,

y el de Frikosal a veces en ecologista, a veces en lo contrario.


Otros blogs son más eclécticos; no sé si éste mío, en el que el visitante tiende a hacerse de ciencias, o intelectual -de izquierdas- en todo caso, que para eso me ha premiado Maritoñi, amén de anticlerical furibundo.


Me encuentro ecléctico en los blogs extremeños, y no sé porqué –en el de Susana o en el de Hitos, en el del Malo, en el del propio Paco Centeno-. Más ecléctico aun me parece El de la Cueva, y puede que Lázaro.


Creéis que se trata realmente de un proceso noble, como es la mímesis, o algo más ramplón, como por ejemplo mimetismo (“propiedad que poseen algunos animales y plantas de asemejarse a otros seres de su entorno; adopción como propios de los comportamientos y opiniones ajenos”), también llamado camaleonismo?


Creo que todos los blogs a los que aludo o cito están anlazados en el blogroll menos:
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(En la entrada anterior permanece abierto el turno de contraréplicas)

lunes, 23 de febrero de 2009

Qué encierra un nombre?

"What's in a name? That which we call a rose
By any other name would smell as sweet."

What’s in a name? se pregunta atormentada una vez y otra Julieta Capuleto, porque su amado Romeo Montesco lleva un nombre de familia cargado de dificultades y peligros.
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El lenguaje, como hemos dicho alguna vez, no es inocente, y las palabras las carga el diablo. Cualquier bloguero que se precie habrá dedicado un tiempo más o menos largo a ponerle un nombre a su blog, más o menos consciente de que el propio nombre determinaría algunas cosas.
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En mi caso, lo elegí sin mucha preocupación, pensando que el blog sería un juego del que me cansaría pronto. Entró Joselu, dejó un comentario, y luego fuisteis entrando todos hasta atraparme en el mostrador de la taberna, contra la que no prevalecerán las fuerzas del infierno.

Elegí el nombre del blog pensando en que hablaría de cosas exageradas, o sorprendentes, aunque no sé mucho del gigante que le da nombre, ni se me ha ocurrido leer la protonovela de Rabelais, que no estamos para clásicos gabachos.


Hoy, el día en que Maritoñi ha dado sus no-premios, el día en que Penélope ha ganado un oscar por un papel insulso en una película insulsa, el día en que el ministro Bermejo ha hecho muy bien dimitiendo, y cuando se cumplen 28 años de una peligrosa farsa que retransmitió Jose María García desde el capó de un SEAT 850, siento curiosidad por saber porqué le pusisteis a vuestro blog el nombre que lleva, o porque elegisteis el nick que os disfraza (esto va por ID).

Es pura curiosidad, aunque reconozco que en algunos nombres encuentro cierto morbo, y eso me intriga más...


(Una versión íntegra de la última imagen puede encontrarse en el blog de Borrasca; espero que a Novicia Dalila no le importe que tome prestado su avatar, por alusiones ;-)

viernes, 20 de febrero de 2009

De lo patognomónico

Como decíamos ayer, contaba Conan Doyle en un relato que un profesor de medicina explicaba cada año sistemáticamente el signo de Romberg. “Este signo, decía, consiste en que el paciente, en píe, con los pies bien juntos, al cerrar los ojos cae hacia un lado; si este signo está presente en la exploración, el paciente tiene con absoluta seguridad un tumor cerebral”. Al explicar el signo el profesor lo representaba, y así todos los años, hasta la última vez, en la que el profesor al cerrar los ojos para explicar el signo cayó él mismo hacia un lado. Creo que el relato terminaba ahí.

Los síntomas o signos que son totalmente característicos de una enfermedad se llaman “patognomónicos”. Son muy útiles para diagnosticar, pero muy infrecuentes. No es cierto, ni mucho menos, que el signo de Romberg sea patognomónico de tumor cerebral; en general aparece en problemas muy banales; pero otros signos sí lo son; si a un adolescente con fiebre y dolor de cabeza le comienzan a aparecer rápidamente manchas pequeñas violáceas en la piel es casi seguro que tiene una infección por la bacteria llamada meningococo, una situación muy grave.

El “signo del aplauso” es casi patognomónico de una enfermedad degenerativa del cerebro parecida al parkinson, pero más grave aun, llamada “parálisis supranuclear progresiva”. Ese signo consiste en que si se pide al paciente que de tres palmadas consecutivas con ambas manos es incapaz de parar a la tercera, y sigue dando palmadas hasta cuatro, u ocho.

Unos colegas acaban de descubrir un signo aun más patognomónico de la misma enfermedad; le han llamado “signo del lanzamiento”, y consiste en la incapacidad para lanzar objetos con una o ambas manos, como si el objeto quedase atrapado por la imposibilidad de coordinar el gesto de lanzar con el gesto de abrir la mano para soltar el objeto; es además un signo que puede aparecer muy pronto, cuando la enfermedad apenas está empezando a manifestarse. Un pastor advirtió que era incapaz de lanzar piedras para ordenar el rebaño, una abuela se dio cuenta de que no podía lanzarle la pelota a su nieto. Ambos tienen ahora una “parálisis supranuclear progresiva” ya bien manifiesta.

Jugad este finde con vuestras parejas, ved si os mantenéis erguidos sin inestabilidad al cerrar los ojos con los pies juntos, mirad si sois capaces de dar solo tres palmadas y parar, o si podéis lanzar objetos sin problemas; si falláis en algo, id al médico, pero no corráis mucho, que son enfermedades sin mucho arreglo, y lo mismo da llegar un poco más tarde.

En otros aspectos de la vida también puede haber signos patognomónicos. ¿De qué padece, por ejemplo, alguien que dice que el hombre es portador de valores eternos, o que España es una unidad de destino en lo universal?



lunes, 16 de febrero de 2009

Cantata y fuga (con retorno)

"-Usted Sr. Don Francisco no nos entiende.
Seguiremos aquí, así nos cueste.
Ya no somos animales,
Ya no rebaños.
Levantaremos la mano,
El puño en alto.
Vamos a dar nuevas fuerzas con nuestro ejemplo,
Y el futuro lo sabrá, se lo prometo
Y si quiere amenazar,
Aquí estoy yo.
Dispárele a este obrero al corazón-.


Don Francisco que lo escucha no ha vacilado,
con rabia y gesto altanero ha disparado,
Y el primer disparo es orden para matanza,
Y comienza el infierno con las descargas."





"Ustedes que ya escucharon la historia que se contó
No sigan ahí sentados pensando en que ya pasó,
No basta con el recuerdo, el canto no bastará,
No basta con el lamento, miremos la realidad.
Quizás mañana, o pasado, o bien en un tiempo más
La historia que se ha contado de nuevo sucederá.
Es este un país tan largo, mil cosas pueden pasar,
Si es que no nos preparamos resueltos para luchar.
Tenemos razones puras, tenemos con qué pelear,
Tenemos las manos duras, tenemos porqué ganar.
Luchemos por los derechos que todos deben tener,
Luchemos por lo que es nuestro, de nadie más ha de ser..."


"... No hay ni que hablar amigo, es peligroso..."


P.S. 1.- Espero que Don Francisco me disculpe por convertirlo en el General de la Cantata por necesidades del guión, y que no añada eso a los cargos contra mí. Ya sabemos que el verdadero General no es él, que es Doña..., quiero decir, Don Rouco / Don Ratzinger / Don Bertone.

P.S. 2.- Espero que entienda que los disparos y los tiros a los que aludo son virtuales, y que "qué mala pata, que no les salga el tiro por la culata, ay que carajo, que siempre sale el tiro pa los de abajo".

P.S.3.- Lo menos importante: Creo que volveré. Por primavera. Gracias a todos.

lunes, 2 de febrero de 2009

Ite, missa est






"Consummatum est"


(Juan, 19: 30)