Lo malo sería que éste aspirase a ser Presidente...
jueves, 30 de octubre de 2008
A opinar, desde casa
Lo malo sería que éste aspirase a ser Presidente...
Gracias, Jaime, por el consejo
Para saber de amor,
De Jaime Gil de Biedma, "Pandémica y Celeste".
martes, 28 de octubre de 2008
El dolor, ese amigo
Murió porque su insensibilidad al dolor, -una anormalidad del desarrollo de su sistema nervioso que le hacía carecer de las fibras y terminaciones nerviosas apropiadas-, iba unida a una falta de sudor por ausencia de glándulas sudoríparas -sistema nervioso y piel proceden del ectodermo, una de las tres capas embrionarias-, y esto le hacía muy propenso a sufrir golpes de calor, uno de los cuales acabó con él alrededor de los quince años.
No es pues ninguna suerte ser insensible al dolor. Filogenéticamente el dolor en un instrumento de defensa frente a agresiones –externas e internas- que se ha instalado evolutivamente en todas las especies porque resulta imprescindible.
El sistema nervioso humano puede fallar en la percepción del dolor –insensibilidad al dolor, como la del niño que comenté-, pero también en el reconocimiento de una sensación dolorosa como tal –agnosia para el dolor, se siente el dolor pero no se reconoce-, o en la interpretación del propio dolor –asimbolia para el dolor, que hace al que lo padece incapaz de elaborar las respuestas adecuadas a una sensación a la que no es capaz de atribuir significado-.
Estamos acostumbrados al sufrimiento que el dolor provoca, pero no a la indefensión que produce su ausencia, indefensión física, pero también emocional y ética, si es que pudiéramos decir que estas no son también físicas.
Subida al monte Calvario. Luca Giordano (Tomado del blog "Profesor en la secundaria",
domingo, 26 de octubre de 2008
Por lo mucho que amamos la vida...
Algernon Charles Swinburne 1837-1909
The Garden of Proserpine
(Traducción del autor)
viernes, 24 de octubre de 2008
Del "tumbao" a la fatiga crónica
También en mi pueblo debió existir esa figura, pues recuerdo haber peleado por levantar sigilosamente una persiana desde la calle tratando de ver a algún tumbao que acababa de declararse así; creo que no llegué a atisbarlo, y lo más aproximado que recuerdo haber visto es a ese escritor latinoamericano ya fallecido, -Juan Carlos Onetti-, que siempre atendía entrevistas desde su cama y parecía residir en ella.
La fatiga crónica no es la única enfermedad-no enfermedad; algunos la relacionan con otros procesos como el síndrome de sensibilidad química múltiple, o el síndrome del implante mamario, o el síndrome del edificio enfermo, o el síndrome de la guerra del golfo, todos ellos con la característica común de la normalidad de todas las pruebas que buscan un origen “orgánico” al padecimiento y la impresión de manipulación del entorno que a veces estos pacientes parecen ejercer.
miércoles, 22 de octubre de 2008
El libre albedrío: otro autoengaño más
La sensación de libre albedrío no es sino otra trampa que nuestro propio cerebro nos tiende. Por diferentes experimentos sabemos que cuando tenemos la sensación que que queremos hacer algo y creemos dar la orden, hace ya rato que el cerebro decidió por nosotros. Hay un potencial eléctrico cerebral, llamado “readiness potential”, o “potencial del estar listo”, que se dispara medio segundo antes de que tengamos la sensación de haber decidido un acto motor. Cuando se adaptó un proyector de diapositivas a pasar acoplado a ese potencial, el conferenciante se llevaba la sorpresa de que cuando iba a apretar el botón para pasar diapo ésta ya había pasado, pero si “simulaba” querer pasar, la diapo no pasaba. En otros experimentos, una resonancia funcional recoge información del cerebro de individuos a los que se les da a elegir entre varios actos motores; en función de las áreas cerebrales que se activan un ordenador “adivina” cual de los actos va a elegir el sujeto varios segundos antes de que este tenga la sensación de que decide y lo haga, o sea que cuando lo hace todo estaba ya decidido de antemano. El cerebro nos engaña haciéndonos creer que elegimos nosotros cuando ya todo está elaborado y ordenado; nos hace esa "concesión", probablemente útil, cuando la evolución ha seleccionado esa forma de proceder.
¿Será verdad, a la postre, que podemos decidir y elegir? ¿Cuando?
martes, 21 de octubre de 2008
De la anticipación a la fenocopia
Bebé con la forma más grave de distrofia miotónica, la neonatal
Sin embargo, hoy se sabe que la anticipación existe en verdad, porque se ha descubierto su curiosa base genética. La mutación que da lugar a estas enfermedades que se anticipan consiste en una repetición exagerada de tripletas de bases en el ADN de determinados genes; esta repetición de tripletas es inestable y cambia el número en la división celular, en general incrementándose; así si una persona “normal” tiene en determinado gen de su ADN 20 repeticiones, en sucesivas generaciones cambiará a 18 o a 25, pero quién tenga un número elevado de repeticiones, por ejemplo más de 50 –algunos individuos tienen hasta miles- padecerá la enfermedad, y al incrementarse el número de tripletas en sucesivas generaciones la enfermedad será cada vez más manifiesta, más grave y con comienzo más precoz.
Gen de la distrofia miotónica
Las enfermedades que tienen como base genética un número exagerado de repeticiones de tripletas son todas graves, se heredan de forma dominante –basta con tener el gen anormal procedente de uno solo de los progenitores para padecerlas- y todas implican una degeneración del sistema nervioso; ejemplos son la corea de Huntignton (espasmos musculares erráticos y deterioro mental), o la distrofia miótonica (degeneración de los músculos y retraso mental).
Cerebro de fallecido con enfermedad de Huntington
Se podría pensar que al ser la enfermedad cada vez más grave llegaría un momento en que los que la padecen no podrían ya ni reproducirse y así la enfermedad se auto-extinguiría, pero no ocurre así; de vez en cuando acaece lo contrario: el número de repeticiones de tripletas al pasar de una generación a otra no se incrementa, sino que se contrae, manteniendo de esta forma la enfermedad en lamentable equilibrio ecológico
Primates desnudos
Oi hablar por primera vez de la “anticipación” hace mucho tiempo, cuando leí “El mono desnudo” de Desmond Morris. Me llamó la atención que el autor atribuye “anticipación” a la homosexualidad masculina, de forma que, según el autor, un padre con cierta tendencia tendría un hijo más polarizado y un nieto homosexual estricto; ignoro si esto que contaba Morris sigue siendo hipótesis de trabajo –no encuentro en Google nada relacionado con ello-, ni si tras esa presunta anticipación de la homosexualidad podría subyacer el mecanismo de las tripletas. De paso, me acuerdo de lo mucho que –incomprensiblemente para mí- molesta a algunos homosexuales militantes que se busquen bases biológicas a su orientación sexual, como si fuesen todos de letras y pensasen que la homosexualidad no está en el cerebro, sino en la mente, que fuese no una determinación biológica, sino una opción libre, como si las opciones libres estuviesen al alcance del ser humano. No quiero con esto, obviamente, decir que considere la homosexualidad una enfermedad, sino precisamente lo contrario que está tan determinada por la biología –y por su interacción con el entorno- como la heterosexualidad o cualquier otra faceta del primate sapiens o de su comportamiento.
Gran simio a medio vestir
También nos hizo notar Desmond Morris como en las hembras de mamíferos que adoptaron la bipedestación, su delantera es fenocopia de su trasero, de forma que los machos heterosexuales de la especie bípeda no acabasen por desorientarse del todo (véase última foto)