miércoles, 29 de abril de 2009

Deformidades, orfandad.

“¿A qué espera la sociedad para salir a la calle en masa?.¿A qué esperan los que hacen colas kilométricas en las oficinas del INEM como los judíos en los campos de concentración a decir "hasta aquí hemos llegado"?.¿A qué esperan los que hacen parada y fonda en los comedores de Cáritas, para cercar las sedes del PSOE en cada ciudad, en cada pueblo de España?.¡¡¡ BASTA, YA !!!.”


Esto se decía hace pocos días en un blog de la derecha. Como se ve, se hace un llamamiento a la revuelta social, a la rebelión, al caos. No deja de ser curioso, la derecha llamando al desorden... Claro, que tampoco deja de tener su lógica, ya que eso les da la oportunidad de tener que restaurar luego el orden, aunque sea a sangre y fuego, que es lo que verdaderamente les va.

Pero no es solo eso; desde el otro polo del espectro político, un lider prejubilado llama a los sindicatos a ponerse en huelga de hambre con el fin de presionar al Ministerio del Medio Ambiente -administrado por cierto por el mismo partido- para que emita ya un dictamen favorable, aunque sea poco riguroso, que permita la construcción y puesta de marcha de una industria contaminante que es promovida por un grupo empresarial con actuaciones muy dudosas y extrañas conexiones con el partido regional al que pertenece el prejubilado político. Para rematar la boutade dice el viejo lider que no hay que cogérsela con papel de fumar en asuntos de contaminación, ya que la comunidad donde ocurren estas cosas no ha contaminado aún más que un pequeño porcentaje de lo que le corresponde... Aquí no encuentro lógica alguna.

¡Una mujer de derechas animando a la revolución social! ¡Un político de izquierdas induciendo a los sindicatos obreros y de clase a ser permisivos con la contaminación –pan para hoy, hambre para mañana- y a luchar por los intereses de un grupo empresarial poco cumplidor de sus compromisos con el proletariado!

Aquí ponía yo la industria esa, que está más cerquita de la capital.
Los dioses deben estar locos, o en todo caso, nos han abandonado.

sábado, 25 de abril de 2009

11 M: La conspiración pendiente

Hemos tocado en los últimos días algunos sucesos a los que se les ha pretendido dar la categoría de conspiración: el atentado a Carrero, el 23 F... Si algo merece esa sospecha es sin duda el tremendo atentado del 11 M de 2004, simultáneo en diversos trenes de Madrid, que costó la vida a más 200 personas y miles de heridos.

La teoría de la conspiración defendida esencialmente por Pedro J en El Mundo y por Fede Jiménez en la COPE, así como en las siniestras ramificaciones digitales de estos personajes y medios, establece lo siguiente:

El atentado del 11 M fue obra material de unos moritos indocumentados "que no sabían ni hacer la O con un canuto", muchos de los cuales fueron asesinados para ocultar la verdadera responsabilidad, que es de miembros de servicios secretos y policiales desleales al gobierno del PP, aliados con el PSOE y con ETA, con la finalidad de dar un vuelco a las elecciones en curso, favoreciendo así la derrota del PP de Aznar y el futuro encamamiento del PSOE, una vez en el gobierno, con la banda terrorista. Más o menos; nada de altas montañas ni desiertos lejanos.

No voy a entrar en las innumerables “pruebas de cargo” que apoyan esta teoría: la furgoneta Skoda que ni era Skoda ni era Fabia, la cinta de la orquesta Mondragón que era tarjeta de visita de los de esa cooperativa, la mochila de Vallecas, que andaba y desandaba caminos por sus propios pies, el bórico, el titadine o la pólvora de mistos restallones que explotó en los trenes, Manolón, la cuñá del Trashorras... Tantas pruebas nos han dado que nos han confundido. Veamos que podemos aducir contra tan poderosa carga documental.

1º) Todos nosotros pensamos de entrada en ETA, pero a primeras horas de la mañana, todo el mundo civilizado tenía conciencia de que aquello olía a nihilista terrorismo islámico; desde el principio recibí emails de apoyo de colegas europeos dando por hecha la autoría islamista, que se había difundido internacionalmente; la propia ETA rechazó muy temprano aquella monstruosidad por boca de Otegui, -lo que no había hecho nunca hasta ese día-... Todo el mundo, digo, pero aquí, nuestro Ministro del Interior farfulló que era de mal nacidos pensar en otros autores que no fuesen los etarras... Posteriores atentados en Bombay y en Londres de similar perfil abonaron la autoría islamista; seguro que anduvo Trashorras por allí con el titadine y los números de móvil de los gudaris.

2º) Los conspiradores habrían matado mosquitos a cañonazos; si se da un golpe de estado, se da con todas sus consecuencias, para durar décadas o siglos en el poder. ¿Se produce un atentado de esa magnitud para “intentar” volcar un resultado electoral, cuyos efectos duran 4 años como máximo en nuestro sistema político? Hay que ser bruto, y no niego que los haya.


3º) Los conspiradores habían atado bien todos los cabos: todo estuvo bien organizado y coordinado, las bombas estallaron casi simultáneamente causando todo el horror de golpe, y también habían previsto sin duda el papel que iba a jugar el trío calavera: Aznar, Aceves, Zaplana y Rajoy. Si a primera hora del 11-M hubieran dicho: “Ha ocurrido un terrible atentado cuya autoría desconocemos; pedimos apoyo y solidaridad”, es muy posible que el pueblo herido se hubiera volcado con ellos, y les hubiera votado en masa, pero como habían calculado los conspiradores, no hicieron eso, sino culpar a ETA y obviar los indicios que apuntaban a Al Qaeda. El trío no fue solo falaz y felón en las primeras horas, sino que mantuvo y no enmendó su postura durante varios días, hasta que no hubo más remedio. Los conspiradores fueron muy astutos al incorporar esta extraña reacción del gobierno, y dieron en el blanco. Así se les quedó la cara al trío calavera y a Urdacci.

4º) El PSOE ganó las elecciones y se encamó con ETA, pero poco gusto les dio a ambos aquel polvo interruptus por el estallido de la T4. Claro, que entretanto ETA se rearmó, y así de fuertes están ahora.
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5º) Finalmente, ¿es verosimil que si ETA estuvo detrás de aquello lo hiciese de una forma tan desinteresadamete anónima? ¿A cambio de qué? ¿Solo a cambio de una apertura de negociaciones que no conducirían a parte alguna? ¿Es realmente mejor para ETA Zapatero que Rajoy? ¿Qué dirán los autores y defensores de la teoría de la conspiración el día en que a ETA le de por decir que sí, que fueron ellos? No les han creído mientras han dicho que no, ¿les creerán cuando digan que sí? Aviados estamos.
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Ayer Fede en la COPE, criticando el numerito de teatralizar las conversaciones corruptas entre Gürtel-Camps y el Bigotes, dijo que por qué no dramatizaba también la SER a Iñaki Gabilondo recibiendo la información de los suicidas en los trenes del 11 M, que luego no se confirmó. No voy a defender ahora a la SER, pero si después de 5 años eso es lo único que pueden echarle en cara a la emisora de PRISA, muy mal andan de argumentos el Fede, Pedro J y su harca.
Lo más probable es que el 11 M fuese lo que nos parece: un brutal atentado de Al Qaeda en un país occidental que había apoyado de forma conspicua la guerra de Irak, y que estaba poco armado frente a esa clase de terrorismo. La propia ETA quedó aturdida por unos meses ante el estruendo de aquella explosión. El PSOE ganó unas elecciones que no tenía lejos en las encuestas, y es posible que en esa victoria influyese algo, o bastante, el horrible comportamiento del gobierno en aquellos días aciagos, que fue tan extravagante, tan interesado, tan absurdo, que difícilmente pudo ser previsto por ningún conspirador, por listo que fuera. No parece que haya más. No hay más.

P.S.- Le debía esta entrada a Lázaro. No sé si podré atender la discusión -si la hubiere- como es debido.


martes, 21 de abril de 2009

La organización eclesiástico-terrorista pierde pelo

En el último año han caído cuatro máximos jefes de la banda terrorista ETA.

En 1973 ETA mató a Carrero Blanco quien estaba llamado a prolongar el franquismo. El espectacular atentado tuvo lugar a 100 m. de la embajada norteamericana en España, lo que da de nuevo pie a conjeturas conspiratorias, pero no viene ahora eso al caso. Este hecho cambió probablemente el curso de nuestra historia reciente.

Antes de 1973 ETA se había ganado cierta aura de imbatible y de justiciera. Mataba “por indicación” y era difícil atrapar a sus comandos; gran parte de la izquierda garbancera y toda la extrema izquierda simpatizaban con la organización terrorista, aunque en las cárceles ya eran conocidos sus presos por su sectarismo.


Se pensaba que íbamos en el mismo barco hasta que en la transición asomaron definitivamente su verdadera naturaleza; asesinatos en masa, asesinatos al azar,... todo ello en nombre de la autodeterminación de un pueblo, de la resolución de un pretendido conflicto milenario, gestado en realidad en conjunción con los fascismos y nacionalismos de finales del XIX y principios del XX.



Siempre tuvo dos caras, una formada por gente con aspecto de seminarista –Tasio Erquizia, Iñaki Esnaola, Txema Montero...- , el brazo político, bajo sus diversos nombres, con excelente relación con el clero,

y el brazo armado, constituido por vascos atractivos, barbudos, de cabello abundante -Julen Madariaga, Josu Ternera, Txomin, Pertur,...- míticos gudaris a cara descubierta.

Un buen día vimos aparecer a Ternera por una campa; volvía de un exilio, aun joven, y tocado con la megaboina; volvía en loor de multitudes...

Pero, vaya por dios, cuando se quitó la txapela todos pudimos apreciar como se le transparentaba la formica. A ETA se le había comenzado a caer el pelo...

De ahí a las capuchas con boina, al obeso Thierry, todo ha sido un viaje rápido; solo han pasado unos años, pero la decadencia física ha sido progresiva y manifiesta.


La decadencia ética comenzó con su fundación, aunque entonces no nos quisiéramos dar cuenta.


Ahora, o líderes gordos, o alopécicos, o niñatos, como dicen sus propios militantes. ¿Qué adolescente de la “kale borroka”, qué hijo de peneuvista bien acomodado, querrá adoptar ese modelo?


Paz.

sábado, 18 de abril de 2009

Enigmas del 23 F. "Qui prodest?"

Javier Cercas acaba de publicar un libro sobre el 23 F al que El País está haciendo mucha propaganda. Dicen que da nuevas claves. Entre otras cosas parece que cuenta que el rey paró el golpe efectivamente, pero que también lo propició con su actitud de “todo vale” para echar a Suarez. Habrá que leerlo, por si acaso, pero por lo sabido creo que el libro se queda corto. Con el 23 F tengo mi particular teoría de la conspiración.

Hay algunas cosas del 23 F totalmente inexplicadas, hasta el punto de parecer inexplicables: 1) Todo golpe de estado militar precisa de una “trama civil”, que significa financiación. 2) Todo golpe que se precie comienza matando a alguien –si está dispuesto a ser cruento-, y en cualquier caso prevé en sus primeros momentos el control de las comunicaciones, tanto de carreteras, trenes y aeropuertos, como de medios de comunicación –telefonía, prensa escrita, radio y televisión. 3) Todo golpe que se precie trata de hacerse con quien representa al Estado, para desactivarlo o para ponerlo a su favor. En cambio, recordemos cómo ocurrieron las cosas.

Tejero entra en el congreso y secuestra al ejecutivo y al legislativo. Da tiros al aire. Las cámaras y micrófonos siguen retransmitiendo, en el supuesto desconocimiento de los golpistas; uno de los periodistas que han hecho fotos consigue sacar el carrete a la calle. Las tropas golpistas intervienen Radio Nacional –que emite marchas militares- y TVE –no había otra- que emite dibujitos. Nada se dice del control de aeropuertos y otras vías de comunicación. Entretanto, comienzan a aparecer ediciones especiales de los diarios nacionales con buenas fotos y proclamas de defensa de la democracia, tras las cuales, vista la reacción que tiene el pueblo, tampoco hay “trama civil” alguna.

La emisora privada de mayor difusión saca sus equipos móviles a la calle sin la menor oposición ni dificultad, y uno de sus entonces locutores más famosos –José María García, “el butano”, periodista deportivo- subido en el capó de un SEAT 850 aparcado junto al congreso, va retransmitiendo la cosa, como si de un espectáculo deportivo se tratase; ningún militar sublevado acude a partirle la cara y el micrófono. El va –dale que te pego, con su verbo aturrullado- contando quién entra, quién sale, quién viene, quién va... por él sabemos que, en Valencia, Milán del Bosch ha hecho una proclama plagiando el bando del caudillo de 1936, y ha sacado los carros de combate a la calle, y que en otras comandancias los generales están dubitativos sobre si hacen lo propio. Unas horas de incertidumbre, Armada va y viene, sube y baja, pacta, todos pensamos que en nombre de Su Majestad –al que hasta ese momento suponemos tan tranquilo en su despacho pensando qué hacer, sin tropas asediándolo ni nada de nada...-, y después de esas horas aparece en la TVE, con un formato de emisión de campaña, para el que no nos consta que haya el menor motivo, y da órdenes de parar la cosa. No me digan que no suena todo a pura pantomima.


A la hora de establecer responsabilidades aparece claramente una pregunta con respuesta “Qui prodest?”; ¿A quién beneficia? La incipiente democracia en España en 1981 estaba bien en el aire, por las presiones de la extrema derecha, por el desencanto de la izquierda con la llamada transición pacífica que partió de la “reforma”, por la presencia de un Jefe del Estado impuesto, visto como heredero y albacea del franquismo, por la incapacidad de Suárez y su UCD para controlar la cosa. Tras el 23 F la democracia se consolida –con claro beneficio para occidente-, la extrema derecha y la izquierda se acojonan y moderan enormemente sus posturas –se aproxima la OTAN-, y sobre todo, sobre todo: el Jefe del Estado se presenta como el salvador de la democracia y se gana el puesto, para los restos.

Para mí, está claro: los servicios secretos, con el probable apoyo de la CIA –esto explica la falta de trama civil, o financiación externa, más allá del oscuro García Carrés-, diseñan un golpe falso en el que algunas cosas han de ser verdaderas. El Rey “es” internamente el promotor del golpe, y de eso están firmemente convencidos Armada, Milán del Bosch y todos los generales pre-implicados. Muy probablemente Armada, con una estrecha relación personal con el monarca, lo había hablado con él y se han comprometido mutuamente. Todo va saliendo según el guión, con algunos desajustes que pusieron la operación en peligro. Tejero llega y cumple su cometido, se va permitiendo como he explicado más arriba, que el pueblo español tome consciencia de “la gravedad” de lo que está ocurriendo, que sepa que las divisiones acorazadas tienen encendido el motor de los carros para marchar sobre Madrid, o sobre otras capitales –el pasmado Milán se extralimita, se emborracha de patriotismo, y saca bando y tanques sin esperar más, Merry Gordon en Sevilla no puede hacer lo propio con su División Guzmán el Bueno porque está completamente ebrio –no de patriotismo como Mián, ni de vodka como el del Yak, sino de whisky-; el guión decía “motores encendidos con mucho ruido, ni un paso”.
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Entretanto Armada se va descomponiendo; el Rey no lo llama, ni le permite ir a la Zarzuela, se le va cambiando la cara, va comprendiendo que el Borbón lo ha dejado con el culo al aire, y así se lo transmite a Milán y al resto de los conjurados; el propio Tejero, el más tonto de todos, no se lo puede creer, “Pero que cohone ehtá pashando aquí?” que diría nuestro sargento de cabecera... A eso de la una y media al Jefe del Estado le corresponde su parte de la representación: serio, engolado, mal actor como siempre, nos cuenta que ha dado órdenes de parar la cosa... Pero hombre de dios, ¿por qué tardaste tanto?


El resto ya es cosa sabida. Los picoletos se descuelgan por las ventanas y nadie los detiene, el pacto del capó, las caras felices –de héroes- de nuestros representantes políticos, el juicio sin elefante blanco...

Todo salió bien, aunque hubo algunos riesgos de que saliera mal –por culpa de los más belicosos, como siempre-. Lo último que salió bien fue la fidelidad y lealtad de Armada a su Jefe, propia de un militar de honor. Probablemente algún día recibió una llamada: “Gracias, Alfonso. Lo siento. Era necesario. Por la Patria. Todo por la Patria. Un abrazo.”

Todos los que teníamos uso de razón recordamos la tarde del 23 de febrero de 1981 y qué estábamos haciendo en aquellas horas. Es posible que aun alguien tenga piezas que no encajen en el puzzle desde esta interpretación.