domingo, 15 de marzo de 2009

Servidumbres de Bloggero

Cuando se tiene un blog de éxito es normal que la gente te pare por la calle para felicitarte.

Algunos incluso te sugieren posts. Si el blog además de exitoso es influyente, te proponen entradas reivindicativas: “no dejes el asunto de la refinería”, “habla de la publicidad telefónica, que ya está bien de que me interrumpan la siesta”, “dale caña a Orange, que llevo dos semanas sin adsl”, y así.

Pero también hay gente que te propone temas de los que les gustaría escribir si tuvieran un blog: “escribe de esa gente del barrio, de la empresa,... que de pronto te das cuenta que han desaparecido, que hace tiempo que no ves”. Carajo, es un asunto interesante, pero ¿qué digo de eso?


Por cierto, que lo de la influencia se mide perfectamente con el feedjit, no por el número de visitas, que eso es lo de menos, sino por su procedencia.

Con perspicacia, uno acaba descubriendo que entre los IP que se repiten está el de la Moncloa, la I de Ibarra, el de la FAES, y el de diversas Juntas autonómicas y algunas de sus Consejerías, ...

o que esa lucecita que se enciende cada mañana entre 8 y 8’30 y que dura poco conectada, solo buscando qué se dice de lo suyo, es la IP de la sacristía de la Almudena.



Sin embargo, otra gente te dice: ni se te ocurra escribir de lo que tú sabes. Es dificil esto de ser blogger de éxito, ¿verdad?


miércoles, 11 de marzo de 2009

Hemos de procurar no mentir mucho

Hemos de procurar no mentir mucho.
Sé que a veces mentimos para no hacer un muerto,
para no hacer un hijo o evitar una guerra.
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De pequeña mentía con mentiras de azúcar,
"Tengo cuarto de baño", decía -y mi casa era pobre, con el retrete fuera-.
"Mi padre es ingeniero" y era sólo fumista.


Me costó la costumbre de arrancar la mentira,
me tejí este vestido de verdad que me cubre,
a veces voy desnuda.
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Desde entonces me quedo sin hablar muchos días.

(Gracias a Gloria Fuertes)

sábado, 7 de marzo de 2009

Caballos de Troya

Dentro de poco es posible que el PSOE pierda el poder. La coyuntura económica es muy mala, las diferencias con el partido perseguidor son escasas, y aunque éste da grandes muestras de corrupción interna, a los votantes de la derecha eso nunca les importó demasiado.

Mientras que el PSOE –"la izquierda"- gobierne, hay cosas que es posible modificar. Si el modelo económico probablemente supera el margen de actuación de un gobierno en un país occidental, legislar sobre derechos de los ciudadanos, respetar el medio ambiente, o sacudirse determinados yugos intolerables son cosas posibles, que si no se hacen antes de que vuelva a ganar la derecha, deberán aplazarse otros ocho o catorce años, como mínimo.


El partido que fundó Pablo Iglesias era un partido revolucionario y de valores. No sé qué es hoy el PSOE. Según un buen amigo y conocedor, es esencialmente una maquinaria de poder.



¿Cómo es posible –le digo- que un partido democrático pueda modelar un régimen como el que padece Andalucía?


¿Cómo puede facilitar que ocurra lo que está ocurriendo en Extremadura con la refinería Balboa, no ya que se construya o no, sino que el partido en el poder rechace cualquier reflexión y abandone el estilo democrático, sobre todo a nivel local, para atender los planes de un empresario afín, con muchos visos de corrupción?


¿Cómo es posible el entreguismo del PSOE nacional a los chantajes de la iglesia católica, su miedo a contrariarla con leyes, su incapacidad para sacar la enseñanza de sus garras?



“¿Eres tan ingenuo como parece? Las estructuras de poder están llenas de caballos de Troya. Echa un vistazo a tu alrededor, y sobre todo, es que tú tienes una idea muy romántica de la izquierda, de los partidos de izquierda en general, y del PSOE en particular.”



“Oponerse a la iglesia y sus designios puede costar dos millones de votos, y ningún votante se va a pasar a la derecha si no se oponen; el votante de izquierdas está ideológicamente prendido y cautivo, ¿o no lo estás tú?”

“Abre los ojos, afíliate y pásate por la agrupación.”



jueves, 5 de marzo de 2009

Pruebas

"¿No me va a hacer usted ninguna prueba?"

Los pacientes confían mucho en las pruebas diagnósticas. Los médicos también, pero esa confianza en muchas ocasiones es inmerecida. Veamos.

Cuando se va al médico contando unos síntomas, si este conoce su profesión y dispone de tiempo suficiente, no pasará del síntoma a la receta, sino que mientras escucha irá generando una o varias hipótesis de diagnósticos posibles; luego, en el reconocimiento o exploración, buscará signos que apoyen o descarten algunas de las hipótesis que generó, y finalmente pedirá las pruebas necesarias para confirmar o descartar las hipótesis definitivas.

Pero las pruebas, además de ser a veces dolorosas, no son infalibles; tienen lo que se llama “sensibilidad” o capacidad de dar positivas cuando la enfermedad existe, y “especificidad”, o capacidad de dar negativas cuando la enfermedad no existe, y estas cualidades nunca son del 100 %; así en todas las pruebas hay “falsos positivos”, o sea casos que dan positivo pero que no tienen la enfermedad, y “falsos negativos”, es decir casos en los que la prueba sale negativa aunque estén enfermos. De esta manera, en el mejor de los casos, las pruebas ni confirman ni descartan definitivamente, sino que simplemente aumentan o disminuyen la probabilidad de que la enfermedad buscada exista o no con respecto a la situación previa al análisis.

Para más complicación muchas pruebas son positivas o negativas según pongamos el "punto de corte" entre normal y anormal. Diagnosticamos de diabetes a quien tenga la glucosa en ayunas en sangre por encima de 100 mg %? De 105 %? De 110 %? En algunas ocasiones no es fácil colocar ese punto de corte, del que puede depender que algunos diagnosticos sean positivos o negativos, y hay zonas de penumbra para tomar decisiones de tratamiento.

Hay otro problema más con las pruebas. A veces detectan lo que se llama “incidentalomas”, o sea hallazgos casuales que no tienen nada que ver con el motivo por el que fueron solicitadas. Un estudio demostró que de cada 1000 personas aparentemente sanas a las que se les haga una resonancia cerebral, en al menos tres se encontrarán problemas serios que no siempre será útil haber detectado precozmente, porque no todo tiene arreglo en medicina, y a veces el tratamiento –en enfermedades oncológicas en particular- es un proceso largo y doloroso del que no siempre se sale mejor librado por haber entrado en él unos pocos meses antes.

¿Mi consejo? An apple a day keep the doctor away, pero si no hay más remedio, no le pidáis a vuestro médico que sea generoso con las pruebas, sino que haga de las mismas un uso riguroso y profesional, -que hay pruebas que matan-, y que no se ponga a la defensiva detrás de ellas.

domingo, 1 de marzo de 2009

La jerga médica: El lenguaje no es inocente

Hace unos días hablábamos de lo que un nombre puede encerrar. Hitos decía que la palabra “patognomónico” es fea y difícil de pronunciar, a lo que yo respondía que era de noble origen, un neologismo formado a partir de dos raíces griegas, y que hablaríamos del lenguaje médico. Henos aquí, aunque sea en día electoral, o quizás por ello.
El lenguaje médico es una jerga de clase, o de secta, como el latín para el clero –que se cargó el Concilio Vaticano II y ahora Don Ratzinger y Don Cañizares se esmeran sabiamente en recuperar-.
.Un lenguaje propio da mucho lustre, hace pensar que se tienen más conocimientos de los que en realidad se tienen y mantiene a la plebe, o a los “extraños”, a distancia. El mal uso de un lenguaje propio puede llevar a la xenofobia y a la exclusión de minorías, como bien sabemos.
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Decía un Profesor mío de la facultad, algo cínico, que la carrera de medicina consiste esencialmente en el aprendizaje de un nuevo idioma, de unas 2000-3000 palabras, algo más que el inglés del Dr. Maurel; "Lo demás, si acaso -decía-, se aprende después", y no le faltaba razón.

Prácticamente todas las palabras de la jerga médica tienen un equivalente, o varios, en el lenguaje común, y no aportan nada a la palabra “vulgar”. “Algia” no significa más que “dolor”, “neoplasia” no significa más que “tumor”, “etiología” es igual que “causa”, y para liar más las cosas la jerga médica incluye trampas, como llamar “esencial” a lo que es de origen desconocido, o “exitus” a la muerte.

Afortunadamente hoy, con la ayuda de internet, la jerga médica queda en gran parte desenmascarada.
No se me malentienda, afortunadamente también, en ocasiones, el papel del médico va más allá de añadir oscuridad a la enfermedad llamando a las cosas por otro nombre.
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Malditas jergas. Muchas veces un informe médico desprovisto de la jerga queda en nada, en ignorancia supina y papel mojado. Exigid a vuestro médico que cuando os informe o emita un informe lo haga en lenguaje inteligible, donde “no sé” aparezca como “no sé”, y no como “idiopático”.
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No permitáis que esconda la desnudez de su ignorancia, a veces su impotencia, tras un lenguaje amañado. Si es que en realidad queréis saber, que no siempre se quiere.

Foto de Ramón Josa i Campoamor para el calendari Anatomia d’Hebrón