jueves, 16 de octubre de 2008

Intermezzo / Descanso / Coffee Break


Llegados a este punto se impone un receso.

Compromisos profesionales me obligan a desatender el blog por unos días. No sé si me llevaré el portátil, que pasearlo por los aeropuertos es más coñazo que el desfile pa Don Mariano (y pa todos, dicho sea de paso)

Descanso, foto de De la Concha
Dejo unas cuantas ilusiones ópticas para entretenimeinto de los potenciales visitantes que no tengan nada mejor que hacer.








Nos vemos -nos leemos, que parece que es la expresión correcta-.

martes, 14 de octubre de 2008

Mente y cerebro, ¿"software" y "hardware"?

Haga click en la imagen para ampliarla y alucinar
Mis amigos de letras, aunque inteligentes, tienen ciertas dificultades. Una de ellas es la incapacidad para asumir que cerebro y mente son la misma cosa. Incluso los que no creen de ninguna manera en el alma, que son la mayoría, no pueden desprenderse de la idea de que hay una mente que sobrevuela el cerebro. En esa mente estarían las emociones, los sentimientos, los deseos, la inteligencía, la razón, el ello, el yo y el superyo de Freud, por quien tanta devoción sienten aun, el mismo subconsciente tan apasionante –y que tanto juego da en las pelis- y las cosas nobles en general, mientras que en el cerebro estarían los sesos propiamente dichos, o en todo caso los centros para las actividades más primarias, como ver, oír, o sentir el tacto, el reflejo de Paulov y el reflejo de la rodilla.
Hoy, que tan a mano tenemos los ordenadores, tenemos la tentación de comparar nuestro cerebro/mente con el hardware/software del PC; igual que del hardware se encarga el técnico y del software el programador, de los problemas del cerebro se encargaría el neurólogo y los de la mente el psiquiatra.

Pero no es exactamente así; en los animales más complejos, entre los que estamos, hablar de cerebro y mente es una error, o en el mejor de los casos una simplificación, pues ambas cosas son una sola y la misma cosa. El cerebro engloba la mente, por más que a algunos les cueste comprenderlo y aceptarlo.


No sé si conocéis a Oliver Sacks, neurólogo inglés autor de “Despertares”, el libro que pasó a película sobre los primeros casos de enfermedad de Parkinson tratados con levodopa; su libro más famoso se llama “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero”, y lo recomiendo aunque no me gusta demasiado, pues dramatiza –teatraliza- en exceso situaciones que seguramente son comunes para los neurólogos. Cuenta casos en las que lesiones del sistema nervioso dan lugar a problemas que juzgaríamos increíbles, como por ejemplo ese que da título al libro, confundir a la señora de uno con un sombrero.


Nada más definitivo para dejar de creer en la mente que ver como un puñetero coagulillo que atasque determinadas ramas de la arteria cerebral media izquierda deja de golpe a una persona totalmente incapaz de hablar o entender su propia lengua de toda la vida, o si es en la cerebral media derecha, lo hace percibir el lado izquierdo de su cuerpo como una cosa extraña que se le ha metido en su cama y a la que trata de echar.


¿Qué decir de las alucinaciones -a veces brillantes- del esquizofrénico, que generándose en su "mente" responden sin embargo al tratamiento con pastillas? ¿Y el Alzheimer? ¿Cómo una enfermedad que solo devasta el cerebro sería también capaz de devastar la mente, si no fueran la misma cosa?

lunes, 13 de octubre de 2008

Del "si vis pax para bellum" a la columna vertebral del estado

Felipe González, a los pocos días de ganar las elecciones de 1982, declaró enfáticamente en una entrevista que el ejército era la columna vertebral del estado. Fue la primera decepción. Yo había terminado la mili pocos años antes, y sabía de primera mano de qué columna vertebral hablaba: en aquél ejército que yo conocí en 1977 se prohibió a los soldados la abstención -era lo que apoyaba la izquierda- en el referéndum "reforma-ruptura", y se dejaba muy claro en las “teóricas” que los políticos jugarían a la política mientras el ejército lo consintiera; nadie dudó en 1981 de que el ejército fuese capaz de dar un golpe como el del 23-F, aunque la verdad es que no lo dieron ellos, sino quienes lo dieron verdaderamente –que aun no se contó- en benefició de quién lo “paró”.
Yo juré al terminar mi paso por esa institución que no votaría hasta que la mili dejase de ser obligatoria, aunque luego lo incumplí, precisamente en 1982.


Desde esa época hemos oído repetidamente cómo ha cambiado el ejército, como se ha “democratizado”, cómo asume la primacía del poder civil, la última vez que lo he oído ha sido hoy, a la ministra, en una lamiosísima entrevista que le han hecho en la SER Nierga y uno de sus más conspicuos colaboradores. (La ministra se encontraba cómoda, en su casa, con tanta jaboneta que le daban, y se permitía no contestar lo incómodo, y ellos no repreguntar).

Y sin embargo, miro a los militares y no me lo creo. Con excepción de los altos cargos, “vendidos” al poder socialista, -los "bizcochables", en expresión utilizada por el locutor matutino de las ondas apostólicas-, en sus caras no veo esos signos del tremendo cambio; en sus caras, en sus miradas, en sus pocas palabras, no encuentro ecos de democratización, sino la adhesión a los mismos “valores” de siempre, que son los valores de la derecha: La Patria, La Bandera, El Honor con mayúscula... y que se transmiten de unos a otros en sus academias. No les gusta que se diga de ellos que son una ONG que va en misión de paz. Esto también se les nota en la cara, por mucha pleitesía que se les rinda al decirlo.

Creo que siguen siendo la columna vertebral del estado. Soy capaz de aceptar el “si vis pax para bellum”, pero no me gustan los ejércitos, ni su protagonismo, ni sus desfiles. Aceptémoslos como lo que son: un mal necesario. Trabajan por el país -¿por qué por la Patria?- como los demás, pero a los demás no se nos endulza tanto la oreja. No hay Pascua ni para los maestros, ni para los empleados de gran superficie, ni para los trabajadores del metal o los notarios, ni se hacen emocionantes actos con toques de corneta para honrar a sus caídos.


Tampoco los herederos de la corona pasan un periodo de formación en las urgencias de un hospital, como la pasan en algún batallón o academia. Ni Pascua, ni cornetas ni desfiles, pues. O para todos, o para ninguno.

Este post tiene menos guasa que otros. Se ve que hoy no es mi día.

domingo, 12 de octubre de 2008

Razas versus etnias


No hace tanto un culto ex-jesuita andaba muy interesado en determinadas investigaciones antropométricas acerca del número de pelos en el dorso de las falanges proximales de los dedos, o acerca del grupo sanguíneo Rh de sus conciudadanos, porque atisbaba que esas investigaciones podían consolidar la idea de que su pueblo estaba constituido por una raza distinta -y superior, cómo no- de la de los pueblos vecinos y próximos. Este jesuita tenido por culto estaba muy atrasado en estos aspectos, porque el concepto de “raza” hace tiempo que se considera obsoleto, especialmente en su sentido biológico que es el que ahí importaría.

La antropología antigua creó el concepto de raza –conceto, que diría Don Rouco- a partir de unas características muy visibles y superficiales de los especímenes humanos, tales como el color de la piel, o la inclinación de la hendidura de los párpados. Hoy se sabe que en genes, que es lo que vale, la diferencia –en el ADN- entre un blanco y un negro puede ser mucho menor que la de dos blancos entre sí, o la de dos negros entre sí. Esto, unido al mal uso que del concepto de raza se ha hecho históricamente, -razas superiores, razas inferiores, segregación, genocidios,...- hace que demos por bien ido el concepto, y si el Padre Arzallus ex-SJ o sus sucesores siguen creyendo en él, pues que les aproveche.

Hoy a nadie se le ocurriría escribir en serio aquello de “Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda”, sobre todo porque de razas, nada de nada.
Otra cosa son las etnias. Si bien el concepto de etnia también puede incluir la existencia de rasgos físicos diferenciadores, va más allá, e incorpora aspectos de auto-asignación, de organización y de cultura en general.
Nadie debe ser discriminado por cuestiones de raza, pues toda la especie humana corresponde a una y única, y tampoco por cuestión de etnia; ahora bien, las etnias, por ser en gran parte culturales son reconducibles, y pueden llevarse a una cierta integración cuando su actitud es molesta para otros colectivos. Pueden ser educadas, guiadas e integradas

Me refiero, por ejemplo, a las etnias de pelo rubio y ojos azules que pueblan La Moraleja o el barrio de Salamanca de Madrid.

Es difícil, pero no imposible.

sábado, 11 de octubre de 2008

Saludos y palios

En determinados medios se conecta a los partidos de izquierda –y más o menos de izquierda- con su historia sin solución de continuidad, y por tanto se responsabiliza a las actuales formaciones de antiguos desmanes; socialistas y comunistas han de cargar con la culpa de todos los crímenes –reales e imaginarios- de todos los años del socialismo real, de las revoluciones, del terrorismo de izquierda o del independentista, sea este de izquierda o no...

Fotografía de Endika Basaguren

Los actuales partidos de la derecha, por el contrario, habrían surgido de una concha o cualquier otro recipiente limpio y virginal, como Venus, exentos de cualquier pecado originario. Nada tiene que ver nuestra actual derecha con la CEDA o con La Falange, o con el Partido único durante 40 años. Hace poco se me acusó de desvarío sectario por “mezclar” a la iglesia católica de España con La Falange de José Antonio Primo de Rivera y sus albaceas.








Qué fácil es hoy encontrar pruebas de lo que se afirma, cuando es verdad.

¿Añorarán aun los palios de hoy -ya en color- al "caudillo" como lo añora la jerarquía?

Nota.- Uno de los grupos de obispos saludadores no es español; averigüen cuál y de dónde son, si quieren.

Segunda nota.- El fenómeno desde luego que no fue específico de nuestro país. Adivinen quién es el gordito del centro de la foto de aquí debajo.


Tercera nota.- La tercera foto de obispos parece estar invertida. Todos saludan con la mano izquierda -que horror- y el correaje de los paramilitares cruza de izquierda a derecha, que no es lo habitual. La versión correcta debiera ser así:

(Gracias, Anónimo)