jueves, 13 de agosto de 2009

Un poco de jarabe para PRISA

Oigo los gritos en el cielo que esta noche pone el grupo PRISA en sus informativos.

Creen que el gobierno –con el decreto por vía urgente sobre la TDT de pago- legisla a favor de un grupo cuyos dueños son amigos de Zapatero y de su ministro Sebastián.
No entro en el tema de fondo; no me interesa lo más mínimo la guerra entre medios informativos, y menos cuando en su fondo está el odioso fútbol y sus dineros.



Sin embargo, creo que a PRISA, que tan bien ha silenciado el asunto de las relaciones entre el grupo empresarial Gallardo y el PSOE extremeño –cuya más conspicua consecuencia es el proyecto Refinería Balboa- le vendrá bien saborear un poco de jarabe de esta medicina.


A ver si de esta forma se le suelta la lengua en algunos temas a cuyo apagón informativo con tanto éxito han contribuido, desde su propio poder, ahora en crisis en virtud del "fuego amigo".

(Espero que de ésta no me quite el PSOE la subvención al blog).

martes, 11 de agosto de 2009

La esperanza

Helo aquí.

Se mantiene en forma. Dos mil abdominales diarios. Está esperando que le llamen.

Es la gran esperanza de la gran derecha, frente a los "maricomplejines".

Héroe de Las Azores, víctima del 11M, que no se fraguó en montañas lejanas ni en perdidos desiertos.

Invadió Irak buscando las “armas de destrucción masiva”.




El viejo dictador Saddam no se atrevió a desvelar que no las tenía, que eran mentira, por miedo pavoroso a sus enemigos vecinos de oriente.

No contaba con que la furia de los ayatolás y sabuesos de occidente era mayor, si cabe, y solo necesitaban un pretexto.

Su torpe ministra de exteriores nos habló de las grandes ventajas que aquella acción bélica nos reportaría: petróleo barato, millonarios contratos para la reconstrucción….

"Venid a ver la sangre por las calles."

Madrid, España, 11 de marzo de 2004

Bagdad, Irak, día tras día

sábado, 8 de agosto de 2009

Memoria histórica, y consiguiente súplica

Parece que no hay formar de quitar de enmedio estos aguiluchos.
.
Estos saludos.
.
Estas manos, nada inocentes.
.
"¿Federico, te acuerdas debajo de la tierra?"
.
Inmigrantes, por favor...
.

jueves, 6 de agosto de 2009

De qué muere la gente

En los certificados de defunción hay tres apartados para especificar las causas de la muerte: causa inmediata, causa principal y causa intermedia.

Como causa inmediata, casi todos los médicos ponen –aunque no es lo recomendable ni lo recomendado- “parada cardio-respiratoria”, o sea, cese del latido cardiaco y de la respiración, en realidad más bien consecuencia de la muerte que causa de la misma, y común a todas, menos a la “muerte cerebral” con mantenimiento artificial de las funciones cardiorrespiratorias; esa inespecificidad quita todo valor para estadísticas o epidemiología.

Incluso cuando alguien fallece en un hospital, tras multitud de análisis, TACs y resonancias, es difícil a veces establecer las verdaderas causas de una muerte.

El médico coloca en el certificado las que le parecen más probables; cuando se hace autopsia –por interés clínico y siempre con el consentimiento de la familia- se encuentra en bastantes ocasiones que las causas fueron otras que las que se habían supuesto.

Sin embargo, estas autopsias son cada vez menos frecuentes en los hospitales, porque los médicos tienden a creer que con los medios diagnósticos de hoy son innecesarias; ello impide el aprendizaje a partir de los errores; la progresiva judicialización de la medicina quizás tenga también culpa, porque no interesa descubrir o confirmar que ha habido un error.

Si esto es así sobre el terreno, imaginad qué será cuando se especula sobre las causas de la muerte de personajes históricos, como Ramsés II.


¿De qué murieron Mozart, o Napoleón?


¿Qué enfermedad aquejó a Goya,

o le dejó sordo, como Beethoven?


¿Fue verdaderamente la sífilis lo que enloqueció a Nietzsche y le llevó a llorar abrazado a un caballo poco antes de morir?


¿Y un blog?

¿De qué muere un blog?

¿Tiene que estar herido de muerte para morir?


miércoles, 5 de agosto de 2009

Nueva entrada

...
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
...

domingo, 2 de agosto de 2009

¿Tú que harías? ¿Tú que querrías?

Hasta recientemente todos los trasplantes se hacían de donante cadáver; cuando el trasplante ha de ser inmediato –lo que ocurre con la mayoría de trasplantes de órganos- es preciso el diagnóstico de “muerte cerebral”, -que tiene unos criterios exigentes y precisos que cuando se cumplen permiten la absoluta certeza de que la situación es irreversible-, antes de proceder a la extracción de los órganos donados,


además de contar con la aceptación de la donación mediante testamento vital –si lo hubiese- o por acuerdo de la familia.

La mayoría de las veces la causa de la muerte era un traumatismo, en general en accidente de tráfico, pero el afortunado descenso del número de éstos ha reducido dramáticamente la disponibilidad de órganos,

y de hecho hoy se extraen y trasplantan órganos de personas que han muerto por otras causas, con edades más avanzadas, procurando siempre asegurar que el órgano que se trasplanta está en buenas condiciones de funcionamiento y exento de enfermedades que pudieran ser transmitidas al receptor.

Con todo, la escasez de órganos alarga mucho la espera, y hace que el estado del paciente cuando le llega por fin un órgano compatible se haya deteriorado a veces más de lo deseable.

Esta situación hace que, con más frecuencia cada vez, se recurra al trasplante de donante vivo, generalmente de un familiar que accede a la donación.

La donación de un órgano –un riñón, un fragmento de hígado o de páncreas- está ligada a posibles complicaciones relacionadas con la extracción y postoperatorio, y luego con la situación de quedar con un solo riñón, o con un hígado o páncreas mermado.

El trasplante de donantes vivos abre la posibilidad del comercio de órganos; en España está prohibida la compra-venta de éste género, pero en otros países, por ejemplo EE UU, no.

La propuesta de ser donante vivo de órganos para un ser querido puede suponer un chantaje emocional que roza fronteras difusas de lo que es ético –y digo ético, no moral; los asuntos morales de cada religión no interesan aquí-.

Hemos leído en estos días que dos matrimonios han hecho un cruce de donación-trasplante pues cada donante no era compatible con su familiar precisado del órgano.

¿Creéis que es ético pedir, o siquiera proponer, a un persona la donación de un órgano? ¿Siempre? ¿Nunca? ¿Solo si es para un hijo, para un padre o hermano, esposo, amigo…?


¿Qué haríais vosotros si os lo propusieran? Por el otro lado, ¿aceptaríais un órgano de un familiar o amigo, o del esposo de una paciente a la cual iría a parar el riñón de vuestro esposo?

¿Venderíais un riñón en caso de necesidad? ¿Compraríais, para salvar vuestra vida o la de un ser querido, el riñón de alguien dispuesto a venderlo?

Me parece un tema interesante para discutir, sea a la salida de la misa de doce, o alrededor de las cervecitas de una mañana de domingo estival.