viernes, 19 de diciembre de 2008

Un Relato verídico para el Solsticio de Invierno

Los que seguís este blog sabéis que en él se lucha contra la superstición y la credulidad. Somos conscientes de que nuestro cerebro se deja engañar, a veces por sí mismo, y por eso hemos de estar en alerta permanente.

Como algunos sabéis, hace años yo vivía en Sevilla.


La calle Doña María Coronel es una hermosa calle centrica que une la plaza de San Pedro, o del Cristo de Burgos, con las de San Román y San Marcos trazando hacia el final una suave curva de ballesta, donde estaba mi casa.


Hacia la mitad de su longitud es cortada por la calle Gerona, que baja desde Santa Catalina, los Terceros y el Rinconcillo hacia San Juan de la Palma y hacia Feria. Son calles de cierto aire señorial, con pocos bares, -entonces ninguno-, y edificios-casonas de 3 o 4 plantas y grandes portalones.

Ahí donde veis el contenedor estaba aparcado mi SEAT 127 amarillo en la mañana del 25 de diciembre de 1978; mi hija y mi permiso de conducir tenían entonces once meses, y el coche apenas siete.


Hacia las nueve de esa mañana solitaria yo había bajado a mirar el nivel del aceite, porque íbamos a emprender inmediatamente un viaje que se me antojaba larguísimo, hasta Archena, en Murcia, para pasar unos días en casa de unos amigos; eran casi 600 km por las carreteras de entonces, que más que unir, separaban las ciudades.

Mientras estaba en plena faena, con la varilla en la mano, se me acercó por detrás un hombre, de entre treinta y cuarenta años, bien afeitado, peinado, y vestido con apenas un pantalón oscuro y una camisa blanca muy limpia, a pesar del frío de la mañana de diciembre. Con una voz tranquila y un poco tímida me pidió que le diera algún dinero para desayunar; llevé mi mano al bolsillo con la intención de darle unos duros, pero había dejado el monedero arriba, en casa. “Lo siento, no llevo nada encima”. “No te preocupes -dijo-, me hago cargo”, y siguió caminando calle abajo.

Antes de volver a la faena recordé que en el bolsillo de la camisa llevaba la cartera, en la que tenía billetes de quinientas y mil pesetas. “¿Porqué no? -me dije- jo, es Navidad”. Alcé la vista y vi al mendigo girar en ese momento a la derecha por la calle Gerona, corrí tras él llevando en la mano un billete de quinientas o mil, -no recuerdo-, recorrí los apenas 20 metros que me separaban de la esquina. Cuando llegué, la calle estaba completamente desierta.


Caminé hacía abajo, todos los portales estaban cerrados, no había nadie, no había bares, no había nada. Quienes conocen esa calle saben que no tiene casas donde habiten mendigos, y que no hay bocacalles hasta 100 metros más abajo, hasta Sor Ángela y la propia Dueñas. Aquel hombre había desaparecido.

Volví a mi tarea, terminé de comprobar el nivel de aceite, partimos e hicimos el viaje sin problemas, o sin más problema que al poco de llegar mi hija, mi Pelopina, que daba sus primeros pasos, vomitó toda la cena en la alfombra con la que nuestros anfitriones adornaban el salón. Volvimos a Sevilla sin incidencias. Durante aquellos días estuve un poco atónito, y hasta hoy le he dado mil vueltas a lo que ocurrió aquella mañana sin encontrar explicación. Han pasado treinta años, y era Navidad.


FELICES FIESTAS A TODOS


30 comentarios:

Joselu dijo...

Yo te digo que la magia existe en la vida. Yo he tenido ocasiones en las que me he tenido que rendir a la evidencia. Algún día contaré alguno de los casos que me han acontecido que me resultan absolutamente inexplicables como a ti. Un cordial saludo.

Anónimo dijo...

Felices fiestas, Panta y asíduos, y esperemos que 2009 sea cuando menos entretenido y simpático.

Sobre tu caso, mi dureza de corazón, que tan ásperamente condenaba el Hijo de Dios en los Evangelios, me impide compartir ninguna experiencia similar o equiparable.

Tal vez tengas sin saberlo boleto para el cielo...

Ha sido un hallazgo encontraros.

ID

Pantagruel dijo...

Siempre pensé, o sentí más que pensar, que si no hubiese decidido socorrer a aquel hombre, hubiese pasado algo malo, y que la intención bastó para conjurarlo. Siempre tenemos que convivir con ese lado irracional, al que tú, Joselu, te empeñas en llamar mágico.

Anónimo ID, el cielo en todo caso puede esperar. Disfrutemos, entretanto, de los hallazgos.

Ricardo dijo...

Pantagruel, piensa que en vez de un mendigo pudiera ser un banquero disfrazado y quería sacarte los cuartos. Tú debes tener un 8º sentido que te impide picar en esta época, así que como de esto sabes mucho cuéntanos el final. ¿Vivía en algún palacete?. Un cordial saludo y procurad evitar la crisis.

Malo Malísimo dijo...

Si en el fondo eres un buenazo Panta. Seguro que si te pasas por la casa museo de San Juan en Granada y entras en la celdita donde murió, ¡hasta hueles a rosas!.
Feliz Navidad/Solsticio, a placer

Pantagruel dijo...

Ricardo, lo que le iba a dar era mucho para un mendigo, apenas nada para un banquero. El final fue así, tal cual.

Malo, llevo aquí 25 años y no tengo ni idea de que hay una casa-museo de San Juan ¿de Dios? ¿de la Cruz? "Mil gracias derramando pasó por estos sotos con presura..." Sí visité la cripta de la Santa de Ávila en Alba de Tormes, más o menos por la época en que apedrearon allí al Papa Clemente; no recuerdo olor a rosas; las incorrupciones que he visto hasta ahora (la propia Santa de Ávila, San Fernando en la Catedral de Sevilla, y Doña María Coronel en el convento de Santa Inés de la calle que lleva su nombre -Zinquirilla contaba hace poco la historia de esta mujer en su blog-), esas incorrupciones, digo, no soportan un primer plano.

Buen Finde.

Susana dijo...

Vaya que sorpresita. Las cosas que te pasan Panta. Yo creo que lo de socorrer a los banqueros en época de crisis y no a los necesitados es más de ahora que de aquellos años.
Mucho más agradable esta entrada que la anterior. Como se te nota el espíritu navideño. ¿ Quién lo iba decir ?
Yo creo que nos hemos hecho una imagen de este hombre muy diferente de la que realmente es.
:)
¿ No ?
Felices fiestas a todos
Besitos de parte de la niña chapapote también.

Caracola Light dijo...

Pues yo creo que el hombre se hizo cargo, como bien dices, y desapareció. No había raxón para existir. Supongo.
Curiosa entrada navideña.Saludos!

Novicia Dalila dijo...

Seguramente hay alguna razón lógica para toda la historia del caminante desaparecido. Seguro. Pero Panta, lo importante,creo yo, es que para ti permanece en el recuerdo como algo extraordinario y asociado a la Navidad. Creo que las vivencias de cada cual tienen la relevancia que les proporciona la persona que la vive. De cualquier forma, esto nos descubre un poco más alguien con corazón, y eso Panta, es lo que yo me llevo de aquí.

Gracias por el tremendísimo Papa Noel del final... Un detallazo :D

Un beso a todos y feliz Navidad

Paco Centeno dijo...

No podía ser de otra manera, eres un corazón generoso y seguro que cándido. Te deseo lo mejor para estas fechas, para compartir más de lo habitual, si cabe.
Un abrazo

Belén dijo...

Pues si es un ángel, tio... no le diste nada así que... espero que sepa leer el pensamiento :P

Besicos navideños

Zinquirilla dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Por medio de las alertas Google sé que aparezco en este post, así como por medio de Feedjit sé que todos los troll que han entrado en mi blog escriben desde Granada.

Me da igual que leas mi blog o hagas el ridículo ejerciendo de triste troll, si te agradecería que no me cites.

Anónimo dijo...

Debiera haber un Fray Luis de Granada, no se gran cosa de él, sólo que era un pensador del siglo 17.

ID

Malo Malísimo dijo...

Panta, de la Cruz, el museo está un poco más arriba de la Plaza de la Audiencia, a orillas del Darro.
Es un museo pequeño de arte sacro con piezas realmente maravillosas.
La celda está en la última planta, es pequeñita, austera, y allí huele a rosas, no hay rosas, ni nada de palo de rosa, tampoco es fragancia ni perfume, es otra cosa.
Si algún día nos vemos, lo espero y me encantará, te contaré la historia.
Por ahora... FELIZ NAVIDAD Y BUEN AÑO

Malo Malísimo dijo...

Panta, de la Cruz, el museo está un poco más arriba de la Plaza de la Audiencia, a orillas del Darro.
Es un museo pequeño de arte sacro con piezas realmente maravillosas.
La celda está en la última planta, es pequeñita, austera, y allí huele a rosas, no hay rosas, ni nada de palo de rosa, tampoco es fragancia ni perfume, es otra cosa.
Si algún día nos vemos, lo espero y me encantará, te contaré la historia.
Por ahora... FELIZ NAVIDAD Y BUEN AÑO

Mª Rosa Rodríguez Palomar dijo...

Panta, yo que tampoco soy muy de supersticiones ni supercherías y que cada vez me estoy volviendo menos crédula pero sin embargo sí que soy creyente, imagino que el mendigo sencillamente desapareció andando porque el tiempo en el que tardaste en reaccionar fue más largo del que tú creíste.

Claro que también podría ser ese "Jesús" que nosotros los cristianos (no todos, bien es verdad), vemos o deberíamos ver en el que está próximo o prójimo, según las palabras del Evangelio: Os aseguro que cuanto hiciéreis al más pequeño de mis hermanos, a mí me lo hacéis.

Feliz Navidad y Solsticio de Invierno, Panta.

Likuid dijo...

Que levante la mano el que no haya vivido una experiencia que no pueda explicar...

Pantagruel dijo...

Susana, no te fies.

Soportándome, evidentemente se hizo cargo.

Gracias, Novicia, seguro que sí, que había una expliación lógica; ya va a ser dificl que le encuentre.

Cándido? No sé, no sé. Suerte con lo de tu mujer, Paco.

Belén, yo creo qoe supo leerlo, fuese quien fuese.

Virginia, que obsesión tienes con los trolls. Qué suerte tienes con tener tantos, y todos de Granada!
Quién es el Feddjit ese que te cuenta esas cositas? Si eres tan tikismikis con visitas y citaciones deberías restringir el acceso a tu blog; así vivirías más tranquila, sin depender de lo que te cuente el tal Feedjit, sea quien sea.

Anónimo ID, porqué traes a Fray Luis de Granada a colación?

Malo, a ver si un día de estos visito el museo que me dices. Ya te contaré a qué me huele.

Shikilla, cuando reaccioné el mendigo giraba en la esquina 15 o 20 metros más allá; salí tras él y cuando llegué a la esquina debía estar no más de 10 metros por delante de mí. Se había esfumado, pero seguro que sí, que hay alguna explicación. Seguiré buscando ;-)

Likuid, merced a esas experiencias acaba por avanzar la ciencia...

Felicidades a todos.

Anónimo dijo...

Con que no me nombres, que me leas y escribas bajo anónimos me da igual.

Anónimo dijo...

Con que no me nombres aquí, que leas mi blog y comentes con distintos nicks, me da igual.

Pantagruel dijo...

Virginia, si te vuelvo a nombrar te nombraré como "la innombrable"; así Feedjit ni se enterará.

Hitos dijo...

A mi estas fechas me trastocan tanto que lo que me ocurre no se si es real o lo inventa mi intelecto.

Buenas fiestas a todos

Maritoñi dijo...

A mí también me pasan cosas muy raras. Me desparecen las tortas maritoñis!

Unknown dijo...

Panta,
Lo fácil sería decirte que , en el fondo, el mendigo eras tú. Sin embargo, todo tiene una explicación. Es más raro lo que te pasa con Virginia.

Saludos

A.

Pantagruel dijo...

Hitos, cuida de que tu intelecto no pierda el norte, por lo demás déjalo que invente libre.

Como te van a desaparacer, Maritoñi, si las tortas maritoñis eres tú?

Mendigo de amor, sí, como dice la copla. A mí no me pasa nada raro con Virginia; le pasa a ella.

El opositor enmascarado dijo...

Es la magia de la Navidad que alcanza a todas las personas, por grandes que sean sus pecados.

Pantagruel dijo...

Opositor, a usted también se le dulcifica el gesto con la navidad, y eso sí que es un prodigio. Por cierto, por pecados grandes, se refiere a los míos?

Anónimo dijo...

Mi referencia a Fray Luis de Granada era una chorrada que se me ocurrió ante tu pregunta por San Juan y el museo de la celda con ambipur de rosas...

Debía andar ofuscado y escribí una bobada sin sentido, como quien quiere ayudar sugiriendo lo primero que se le ocurre.

Aunque viendo lo de Virginia me siento menos estúpido (¿que hay que citar para que salte su Feedjit? lo pregunto solo por joder)

ID

Pantagruel dijo...

Anónimo ID, le he prometido no nombrarla para que no le zumbe Feedjit en las orejas. Su nombre de bloguera aparace en el sexto comment de esta hilera, donde refiero que tiene una entrada reciente dedicada Doña María Coronel.